lunes, junio 07, 2010

Un milagro en equilibrio - Lucía Etxebarria

"Voy a empezar esta historia con el título de una canción de Los Secretos que decía Soy como dos y te voy advirtiendo, querida, queridísima, juguetito mío, bomboncito de licor con guinda, luz de donde el sol la toma y, ya de paso de todos los flexos eléctricos de esta casa, incluyendo éste bajo el que escribo aprovechando tu sueño que es mi tranquilidad y mi reposo y el único momento que tengo para mí, te voy advirtiendo, digo, que nunca me gustaron Los Secretos, más que nada porque en la época en que tenían que gustarme (los quince años, edad en la que se entiende que es cuando una debe tararear canciones de amor) no me permití que me gustaran y me negué tozudamente a que se instalara en mi cabeza ninguno de los estribillos de sus canciones por muy pegajosos que fueran, que lo eran, y si me pillaba a mí misma tarareando Déjame me ponía inmediatamente a cantar bien alto Bela Lugosi Is Dead como si de una letanía se tratara para exorcizar los malos pensamientos, porque lo que ellos hacían era blandipop y lo que nosotras escuchábamos (y nosotras éramos Sonia, Tania y yo, tres adolescentes que lucíamos similares cortes de pelo palmera, vestíamos las mismas túnicas negras hasta los tobillos y llevábamos idénticas muñequeras de pinchos, emulando a Robert Smith y a Siouxsie) eran músicas más siniestras, infinitamente más a tono con nuestro estado de ánimo que oscilaba, por aquel entonces, entre el Hoy tengo ganas de hacerme cortes en el brazo con una cuchilla de afeitar y el No sé si esta acuciante náusea en el estómago es producto del asco existencial o de los tres días que llevo sin comer"

Aún no lo termine de leer pero cuando lo haga ya pondré mi valoración

No hay comentarios:

Publicar un comentario